( debí haberlo escrito el viernes )
El teléfono sonó y pensé que eras tu. Se me olvidó que el descaro se te equipara, que el cinismo te queda a pelo y que jamás has estado pendiente de mi. Nunca has llamado, ni a esa, ni a ninguna otra hora, nunca es tu voz detrás de la bocina.
Pero al final del día, al final de cuentas, la culpa ha sido toda mía...
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