Me jodes. Me rejodes. Te odio. Soy ese niño que no tiró la piedra, pero que de todos modos se siente culpable. Intenté de todo, pero ahora ya es tarde, me di cuenta del saqueo, de que no tengo nada, de que todo, todo lo bueno, te lo llevaste. Ya ni siquiera tengo tu voz o las líneas que dejas escapar con la suspicacia de tus dedos. Joder.
Me muero de soledad, de rutina, de los días, de las noches, de todo. Sara me va a fusilar si lee esto, pero si volvieras, ya sabes, como antes, diría que sí.
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