domingo, 22 de febrero de 2009

Bajo el agua

Estaba realmente enojado conmigo. Me miraba como si hubiera escupido su café o peor, como si hubiera insultado a su madre. Lo peor era que no hablaba. No entendía muy bien su enojo, lo único que hice fue papeleo, acomodé, revisé y puse al día dos semanas de expedientes en una tarde, cuando él tarda en solventar hasta la observación más pequeña, por lo menos tres días.

Siempre odié a los burócratas, como él precisamente, que tardan dos siglos en cambiar una coma y reimprimir un expediente y pensándolo bien, no hay nada más triste que ser burócrata (de los malos) y trabajar en la morgue.

Lo mandé al carajo con su enojo y seguí con el papeleo, encontré de todo, un muerto del 97´y dos de principios del sexenio pasado, carajo, no sé que estaba más podrido, si el expediente o el muerto, a saber...

Pronto el enojo se hizo desdesperación, pasaba la mañana viéndome, ya no con ira, sino con un aire suplicante, yo sólo lo miraba de reojo y seguía archivando, imprimiendo, corrigiendo, al fin y al cabo, para eso me contrataron.

Antes del sábado se puso peor el asunto, ya no estaba desesperado, estaba histérico, me miraba sin mirarme, gritaba en silencio y tenía ese semblante que tienen los que vienen por los cuerpos cuando ya nadie los quiere.

Terminé a eso del medio día todo, desde los muertos del sexenio pasado hasta el caso de hace dos semanas, todo, hasta el último fólder. Lo firmó, de mala gana, como todo lo anterior y me vio como si fuera un perro al que se le va a llevar al veterinario, con ira contenida.

El lunes como de costumbre, llego temprano, enciendo la luz y veo el memo, nos felicitan por la integración del expediente, todo en órden, todo pulcro, impecable, el juez dio fallo incluso, sonrio de gusto.

La verdadera sorpresa del lunes fue su cadáver, ahogado, en la cámara 3, esperando la autopsia de ley, que según el reporte fue encontrado en el canal de desague entre desechos -humanos e inhumanos- y con marcas de tortura.

Con el vaso de café en la mano, me queda claro que cambiarle una coma a un expediente es algo que debe pensarse dos veces, por lo que el tiempo mínimo para cualquier aclaración ahora son dos semanas...

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