Imagino a tu madre sentada en la sala, hecha un manojo de malasleches por los años. Es probable que no tenga derecho a escribir estas líneas, yo sólo la conozco a través de tus ojos. Te te veo a tí también, queriendo ignorarla, ¿qué asunto no?
Si ella me conociera, creería que soy la reencarnación de belcebú y sabes que eso no es cierto. Soy un poco gruñona, malhablada y terca, mucho mucho terca, pero de ahí no pasa. Te lo juro, no he matado a nadie, jamás le pegué a un anciano ni atropellé a ningún ser vivo (ni muerto cabe aclarar) y a pesar de todo eso, te juro que ella pensaría que no soy mujer para tí, carajo.
Debo confesar que eso es en lo único que estoy de acuerdo con ella, pero jamás te lo diré...
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