¿Lo viste? No, no lo vio. Sus ojos estaban inertes frente a la ventana, porque llovia. Siempre le gustó pensar que la lluvia era augurio de cosas mejores, de que la tierra quería contarnos algún secreto y no se atrevía y que para compensarnos, inventó la lluvia. Vaya idea estúpida.
Lo cierto era que jamás me habría opuesto a oir esa, ni ninguna otra extraña teoría sobre el funcionamiento del universo, porque tenía varias y la de la lluvia era de las menos rebuscadas de su repertorio.
Sé que no debo, pero insisto, ¿lo viste? y sigo sin obtener respuesta alguna de sus labios parcos pero hermosos a la vez, contradictorios, como todo en ella, como el día que la conocí, lo digo porque lo recuerdo a diario, como si fuera un dejá vu eterno, que a las siete de la mañana empieza a proyectarse ante mis ojos, cerrados o abiertos y me deja un sabor de boca que no puedo explicar, pero sin el cual no podría vivir.
La conocí en mayo, en mayo siempre pasan cosas importantes, creo yo. Me abordó a la salida del metro y me preguntó si tendría acaso un boleto de sobra, porque había perdido su cartera o se la habrían robado tal vez, para como la conozco ahora, lo más seguro es que no me lo quiso decir, para no sentirse vulnerable ni tener que dar mayores señas de lo que ocurrió.
Se lo dí, pero le advertí que tendría que acompañarme al vagón y ya jamás la dejé. No la dejé ese día, ni el siguiente, ni cuatro años después, ni la mañana de hoy, ni nunca.
Ese mayo y los meses subsecuentes la conocí mejor, parecía más simple de lo que en realidad fue. Primero claro, en el sentido más físico de la materia, sus cabellos rubios y el defecto de nacimiento en la espalda, los oídos pequeños, las manos gratas, el sentido infalible de la fatalidad, que se alojaba en sus ojos y la sonrisa escasa, pero reconfortante.
Aunque me rebotaba aún la pregunta en la cabeza, preferí creer que no lo había visto, pero estaba equivocado, había visto a su marido subir la escalera, recoger el diario de ayer que esperaba en la cornisa para ser leído y abrió la puerta, ahora, detrás de mí, una mano se posaba confiada sobre la manija de la puerta, mañana no habrá dejá vu.
2 comentarios:
tenías razón, me ha gustado. Excepto en lo de mayo, porque pocas cosas importantes pasan en mayo.
Un abraxo intergaláctico y metafísico probablemente, tía cuidese mucho. Saludos a su sobrina
me ha gustado muchio n_n
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